viernes, 11 de febrero de 2011

EL ARTE DE LA GUERRA

“El Arte de la Guerra” de Sun Tzu es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a  Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Hasta Emilio Botín lo lee todas las noches según el libro “Botín: Todo por la banca”.
La obra  del general Sun Tzu no es  únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema  de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las  raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”, “y ésa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”.
El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra descansa en estos dos principios:
1.      Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño.
2.      El supremo Arte de la Guerra es  someter al enemigo sin luchar.
Hoy en día, la filosofía  del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente militares, aplicándose a los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso el comportamiento personal.
Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la  vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien.
Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación  militar se prolongue por mucho tiempo.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a  donde vayas.
Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y no la  persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas,  se consumirá por sí mismo.
Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo.  Captura a sus soldados para conquistarlos y domina a sus jefes.
La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es  asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si  no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.
Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer  lugar, y después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios.
 Si eres capaz de ver lo sutil y de darte cuenta  de lo oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria así obtenida es una victoria fácil.
Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un  ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.
La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los  expertos son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en ellos, así obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.
Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se  dejan atraer fuera de su fortaleza.
Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz  que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti.
Todo el mundo conoce la forma mediante la que resultó vencedor, pero nadie conoce la forma mediante la que aseguró la victoria.
La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir  los problemas en ventajas.
Un ejército perece si no está equipado, si no tiene provisiones o si no tiene  dinero.
No persigas a los enemigos cuando finjan una retirada, ni ataques tropas expertas. 
No presiones a un enemigo desesperado. 
Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza.
Los generales que conocen las variables posibles para aprovecharse  del terreno saben cómo manejar las fuerzas armadas. Si los generales no saben cómo  adaptarse de manera ventajosa, aunque conozcan la condición del terreno, no pueden aprovecharse de él.
Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar. 
Las maniobras militares son el resultado de los planes y las estrategias en la manera  más ventajosa para ganar. Determinan la movilidad y efectividad de las tropas.
Si los emisarios del enemigo pronuncian palabras humildes mientras que éste  incrementa sus preparativos de guerra, esto quiere decir que va a avanzar. Cuando se pronuncian palabras altisonantes y se avanza ostentosamente, es señal de que el enemigo se va a retirar.
El enemigo que actúa aisladamente, que carece de estrategia y que toma a la ligera a  sus adversarios, inevitablemente acabará siendo derrotado.
Cuando las órdenes se dan de manera clara, sencilla y consecuente a las tropas, éstas  las aceptan. Cuando las órdenes son confusas, contradictorias y cambiantes las tropas no las aceptan o no las entienden.
Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe  una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.
Cuando las leyes de la guerra señalan una victoria segura es claramente  apropiado entablar batalla, incluso si el gobierno ha dada órdenes de no atacar. Si las leyes de la guerra no indican una victoria segura, es adecuado no entrar en batalla, aunque el gobierno haya dada la orden de atacar.
Corresponde al general ser tranquilo, reservado, justo y metódico. 
La psicología de los soldados consiste en resistir cuando se ven rodeados,  luchar cuando no se puede evitar, y obedecer en casos extremos.
Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira, y los jefes militares no deben  provocar la guerra por cólera.
El espionaje es esencial  para las operaciones militares, y los ejércitos dependen de él para llevar a cabo sus acciones.
No será ventajoso para el ejército actuar sin conocer la situación del enemigo, y  conocer la situación del enemigo no es posible sin el espionaje.
Saludos.

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